Brisas y Hojas
Una letra te abre la puerta, otra recibe tu abrigo, por favor sácate los zapatos, ponte cómodo y descansa en este colchón de hojas, la brisa limpiará tu rostro y dará vuelta las páginas por ti.
Vistas de página en el último mes
martes, 9 de agosto de 2011
Ruidos
Son metales, estoy de acuerdo, los acompaño, mientras en mis oídos hay otros ruidos más, tu voz hablando, tu voz mintiendo, eso es doloroso, no es lo que no dijiste, no es que no quieras estar, sino que es el maldito ruido que hiere los oídos y el alma, sigo metiendo bulla, protestando, mi cabeza tiene su propia protesta.
miércoles, 3 de agosto de 2011
I.
Mira con ojos asustados, cuenta que lleva así 15 años, así triste, es hermoso, pestañea, pestañea, pestañea, trae el sol con cada mirada, niño bello, habla de las profundidades, me asusta, no quiero que Caronte lo ayude a cruzar, ¿qué vida te ha tocado?, “una larga historia”- dice. Deja la angustia dando botes entre las paredes, cuánto daría por sanarte con sólo poner mi mano sobre la tuya, pero sé que queda un camino largo, no sé si voy a poder con tu pena. Mientras tanto tendremos que esconderte, para que aquella no sepa, que si te ve, se enamora y te lleva, lejos, al otro mundo, a alguno de los otros mundos, y nos perdemos tus ojos, y nos perdemos.
Shhhtttt, silencio…
lunes, 1 de agosto de 2011
Centauro de invierno
La oscuridad avizoraba el encuentro, unas manos presurosas y húmedas la tomaron por la cintura, él la acercó a su cuerpo, se besaban, como besa el viento a las nubes, la lengua gruesa entraba y rozaba las comisuras de la boca. Ella se abrazaba de su espalda y se dejaba levantar para permitirle el paso, ávida de humedad, sedienta de calor, sintiendo cada trozo de piel, como cuerdas vibrantes y elásticas. Él la impregnaba de su aroma, a geranio en flor, y embestía como si hubiera perdido su propio nombre.
Nada hacia pensar en ese instante, que esos mismos cuerpos estarían separados por tanta distancia, no pudieron preever la frialdad que los inundaría en el momento en que ella soltó un par de lágrimas, y él creyó que se le venía el cielo en la cabeza.
Y no hubo más, así fue, eso creo, a veces no sé cuánto recuerdo y cuánto miento, o tal vez sólo no sé cuánto es y cuánto soy.
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